Otro año más nos acercamos a una fecha que para ecologistas como nosotros es un día importante. Por desgracia, no se trata de una celebración, sino del vencimiento de un límite planetario que, una vez más, hemos superado a mitad de año: hablamos del “Earth Overshoot Day” (o el día de sobrecapacidad de la tierra).
Quizás este tema ya te suene de pasados años. De hecho, para los amantes de la hemeroteca, nombramos brevemente este tema en julio pasado, ya que en 2022 cayó el 1 de agosto. Pues bien, te recordamos nuevamente que esta fecha marca el día donde en la tierra hemos “gastado” todos los recursos que se regeneran en un año. Es como si nos gastásemos toda la nómina a mitad de mes (sí, una mala idea). El resto del mes hay que tirar de crédito – y en este caso estamos tirando de crédito. Y como veremos llevamos tiempo haciéndolo y nos está pasando factura (nunca mejor dicho).
No todo son malas noticias, ya que este año esta previsto que sobrepasemos el umbral ligeramente más tarde – al 2 de agosto concretamente (cada día cuenta oye). Pero vaya, obviamente no es suficiente ni por asomo. No se trata de ser catastrofistas, pero tampoco ingenuos. Necesitamos un enfoque realista para coger el toro por los cuernos y cambiar la dinámica. Y mi intención de hoy es profundizar un poco más sobre estos conceptos para ayudarte a entender de donde salen y que puedas tener herramientas para ser también parte de la solución. Además, ¡hay unos mapas superchulos que nos han preparado nuestros compis del Global Footprint Network, que están top y vamos a ir desgranando (lo que te puedo mostrar aquí son solo capturas, pero en la web son mapas interactivos con mucha más info).
Para empezar, aquí tienes el Overshoot Day de cada país:
Los conceptos principales
Antes de nada, aterricemos algunos conceptos que es necesario comprender:
- Biosfera: sistema formado por el conjunto de seres vivos y sus interrelaciones (tanto con el medio como entre seres vivos).
- Biocapacidad: Capacidad biológica de regeneración de un ecosistema. Hace referencia a la capacidad biológica de regenerar recursos que necesitamos. Los datos que se utilizan para cuantificar esto están basados en el CO2 emitido, el rendimiento de la producción de alimentos terrestres y pesqueros, los productos derivados de los bosques (mayormente madera) y los impactos de la superficie construida, incluido los deshechos que producimos (si quieres más info, aquí puedes encontrar la metodología)
- Capacidad de carga ecosistémica: Esta es la famosa “carrying capacity” (bueno, famosa entre ecólogos) y hace referencia a cuánta población de una determinada especie (normalmente humanos) puede soportar un ecosistema determinado (en este caso la Tierra).
- Hectáreas globales (hag/gha): representala media de la productividad biológica de todas las hectáreas productivas que existen. Se emplea para cuantificar la biocapacidad, huella ecológica y carga ecosistémica mayoritariamente en el estudio relativo a las necesidades o impactos del ser humano.
- Huella ecológica: la medición del área biológicamente productiva (tanto de tierra como de agua) que requiere un individuo, población o una actividad en concreto. Es decir, la cantidad de hectáreas que se requieren para producir los recursos consumidos, teniendo en cuenta también la capacidad de absorber los deshechos generados. Se mide en hectáreas globales y aquí entran en cuestión nuevamente las emisiones de carbono, la comida, el agua, madera, etc.
Y resolvemos un par de dudas: Igual te preguntas en qué se diferencian la biocapacidad de la tierra y su capacidad de carga ecosistémica. Volviendo al ejemplo del dinero, no es lo mismo tener dinero en una cuenta bancaria que contar con un salario. El saldo de tu cuenta sería tu capacidad de carga y la nómina la biocapacidad. Imaginemos que, por ejemplo, tienes 3.000€ en el banco y un sueldo de 1.000€ mensuales. Si tus gastos mensuales son de 1.500€, entras en déficit de 500€/mes. Si después de 6 meses no has rebajado tus gastos, tu sistema colapsaría… a menos que alguien te de su dinero…. Pues bien, volviendo al tema del Overshoot Day, si nos gastamos nuestra “nómina ecológica” a mitad de año, ¿quién nos está prestando el resto de los recursos?
La realidad es que como le ocurriría a la mayoría de los jóvenes mileuristas de nuestro país, si la nómina se acaba a mitad de mes, mamá y papá vendrían al rescate. O en este caso, nuestra Madre Tierra, que por ahora tiene unos cuantos recursos acumulados durante miles de millones de años, pero como le ocurriría a una madre pensionista, si le pides todos los meses más dinero, el colchón que ha ahorrado toda su vida acabaría desapareciendo. Y esto mismo le está ocurriendo a nuestro planeta con el aumento exponencial de la demanda de recursos que conlleva que cada vez seamos más personas sobre el planeta con mayores necesidades. Nos estamos quedando sin recursos. ¡Ya toca independizarse de una vez!
Pero hay hijos más dependientes (e irresponsables) que otros, veamos entonces quienes están siendo los que más tiran de la economía familiar y cuales están aún aportando:
La Huella Ecológica
Primero toca analizar la huella ecológica (HE) de cada país. Y hay dos formas de hacerlo: 1) la HE por país o 2) HE por cápita (HEC). Es como si comparásemos lo grandes que son las nóminas de cada hijo y la cantidad de gastos que tiene cada cual. Como era de esperar, los países que más recursos consumen son los de siempre: EEUU, India, China, seguido de los países europeos y otros grandes países como Brasil, Sudáfrica, Indonesia, Rusia, México, Canadá… Pero la cosa cambia si tienes en cuenta la HEC. Ahí EEUU sigue bien arriba, pero China y, sobre todo, India, se diluyen y aparecen actores como Qatar, Kuwait, Islandia, Bélgica, Dinamarca, Letonia, Estonia y, curiosamente, Mongolia.
Y lo hacen a costa de 1) Mamá Planeta y 2) los países que menos consumen per cápita (que suelen ser una vez más los más pobres), pero, como veremos, hasta eso está cambiando debido a la bajada en la biocapacidad de los países. Como decíamos en el título, la
MAPAS SOBRE LA BIOCAPACIDAD
La Biocapacidad
Los mapas que indican la biocapacidad son también muy interesantes. Los que más capacidad tienen de regenerar recursos anualmente son también los esperados: Brasil, con el Amazonas con el mayor bosque tropical del planeta, EEUU y Rusia, sendos países con grandes producciones agrícolas (y Siberia siendo el Bosque más grande del planeta), Australia, China, India, etc. Si tenemos en cuenta sin embargo la biocapacidad/persona, de pronto China e India bajan muchísimo y suben a los primeros puestos países como Gabón, Guyana, o Surinam.
El siguiente paso es obvio, cruzar ambos datos:
MAPAS SOBRE EL DÉFICIT O LA RESERVA DE CADA PAÍS
Déficit o Reserva Ecológicos
Como se puede ver en el primer mapa, hay países que se encuentran en déficit y otros que por ahora tienen más una biocapacidad que supera la huella ecológica. Idealmente, el mundo entero debería estar en verde. Eso, extrapolado de nuevo al ejemplo de los salarios, es una economía familiar saneada y sostenible. Pero como vemos en el segundo gráfico, las reservas totales están disminuyendo año tras año, pasando de una biocapacidad/persona de 3,2 hag (hectáreas globales) en 1960, a 1,5 hag per cápita en 2022. Mirando el primer mapa podría parecer que los países verdes podrían compensar por en déficit. Y lo están haciendo, pero el saldo, como veremos, se acaba.
Empecemos por España, y metamos a nuestros queridos vecinos los franceses también, para ver que no somos los únicos. Como podemos observar, sistemáticamente estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, con un déficit de 3,9 hag y 4,3 hag cada uno. Son ejemplos de países extrapolables a la mayoría de países del G20 (Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Corea del Sur…) Esto quiere decir que estamos quitando, pidiendo, o pagando (según se vea) por recursos que producen otros países.
Por supuesto hay que hablar antes de nada de los grandes jugadores del tablero mundial: China y EEUU, que son casos un tanto diferentes: EEUU es el gran país con mayor HEC, alcanzando los 7.8 hag y superando consistentemente (como nosotros) la demanda de recursos que tienen (que es bastante alta también). La tendencia por suerte es ir bajando lentamente. Un caso diferente es el de China, que tiene una población extremadamente alta y que ha aumentado mucho sus necesidades de recursos (que es lo que suele pasar cuando un país se desarrolla).
Luego hay países que tienen los modelos más insostenibles de todos. Os podéis imaginar cuáles son, porque viven en zonas difícilmente habitables, con muy pocos recuros (más allá del petróleo…). Sí, hablamos de países como Qatar, Arabia Saudi, Kuwait, Egipto, etc. Al no ser países demasiado grandes no son muy representativos, pero si un ejemplo de modelos de desarrollo no extrapolables al resto del mundo.
Pero cuáles son los países que nos prestan este “saldo ecológico” a los países “desarrollados”. Nuestros hermanos más responsables (o bueno, que lo han tenido especialmente difícil y no se han podido desarrollar).
En Europa los mejor colocados son los países nórdicos, pero porque son países grandes con poca población en comparación con los recursos disponibles (que están cayendo ligeramente, ya que sus gobiernos se preocupan por preservarlos).
Luego están los países con grandes reservas biológicas y que no proporcionalmente cuentan con poblaciones proporcionalmente tan grandes. Os pongo los ejemplos de países bastante desarrollados como Brasil o Australia, pero aquí entrarían también Canadá o Mongolia y ejemplos de países con menor desarrollo económico como la R.D del Congo o la propia Gabón que nombrábamos antes: La mayoría tienen algo en común: la rápida pérdida de biocapacidad que están experimentando.
Hay que tener en cuenta otro aspecto más y es que no todos los países pobres pueden ofrecerles su biocapacidad a otros países. Hay muchos ejemplos de países que han caído en déficit en los últimos tiempos, como por ejemplo México o Indonesia (Sudáfrica, Nigeria, Vietnam, Iraq y muchos otros entran en esta categoría por diversas razones).
Y sorprendentemente algunos países que llevan décadas intentando de la pobreza que nunca han por encima de ese umbral. Es el caso de por ejemplo Uganda, Haiti, aquí representados, o países como Kenya, Nepal, etc.
Tras ver los diferentes grados de (i)responsabilidad de los hijos de Madre Tierra, cabe preguntarse cómo resolver la situación. Lo primero de todo, es hablar en los términos adecuados del reto al que nos enfrentamos. En las noticias no te cansarás de oír hablar del aumento de deuda y de déficit en términos exclusivamente económicos. Pues bien, quizás es una cuestión de aplicar la misma lógica y seriedad para hablar de la deuda ecológica. De hecho, los términos de deudores y acreedores ecológicos son empleados para describir este tipo de deuda entre países.
Por ahora, el enfoque mayoritario a nivel ambiental se ha centrado sobre todo en la huella de carbono, creándose incluso sistemas de comercio de emisiones entre países (como el creado por la UE por ejemplo). Pero como puedes ver en el siguiente gráfico, la huella de carbono es solo uno de los impactos a tener en cuenta, ciertamente de los más importantes.
Pero reducir la huella de carbono no tiene por qué ser bueno para los demás impactos. Por ejemplo, cubrir de aerogeneradores todas las zonas agrícolas productivas, aumentaría por un lado la biocapacidad debido a que seríamos capaz de extraer más energía limpia de carbono, pero la reduciría por otro lado ya que la capacidad de cosechar comida bajaría drásticamente. En fin, que hacen falta soluciones integradas y con conocimiento de causa para poder avanzar en un desarrollo realmente sostenible y justo.
Entender el mundo y su desarrollo únicamente desde el punto de vista económico conlleva, como estamos viendo, un enfoque incompleto. No tiene en cuenta un factor fundamental: los límites planetarios en los que nos encontramos. Este debate no es nuevo y sigue muy en boga. Ciertos sectores de la sociedad inciden en que la tecnología siempre es capaz de mejorar la capacidad que tenemos de extraer recursos e inventar nuevas formas de aprovechar recursos que anteriormente no contabilizábamos. Siempre se dan los mismos ejemplos: la producción de comida, el descubrimiento del petróleo como alternativa al carbón (se preveía que se acabaría en menos de 100 años) y más ejemplos similares.
Es cierto que la humanidad ha sido capaz hasta la fecha de ir sorteando los obstáculos y de ampliar ciertos límites que antes parecían insuperables. Pero cabe destacar lo que si hemos perdido en el camino. Por nombrar algunos ejemplos: el cambio climático, la mayor ratio de extinción de especies que ha vivido el ser humano, la contaminación sin precedentes, los mayores incendios de la historia… podría seguir. ¿A qué precio queremos seguir haciendo esa apuesta?
Es importante entender que todo lo que consumimos en nuestras vidas cotidianas, todos los ingredientes y todas las partes de cada artículo que gastamos o usamos, cada servicio que contratamos – ya sea pasta de dientes o un viaje en avión – proceden de la Tierra. Cada vez que utilizamos algo, estamos extrayendo recursos, partes del planeta que han de ser renovados, además de que en su producción se genera una contaminación que ha de ser “limpiada” por este gran ecosistema. La medida que registra cuánto estamos consumiendo y si la tierra puede regenerar la cantidad de cosas que estamos agotando, es precisamente la huella ecológica – y no el crecimiento económico, que se centra solo en lo que producimos sin tener siquiera en cuenta el coste planetario que conlleva ese crecimiento.
De hecho, si diésemos por bueno el modelo de desarrollo occidental que disfrutamos en España y quisiésemos exportarlo al resto del mundo, ¿sabes los recursos de cuántos planetas harían falta? No te lo contamos, te lo enseñamos:
Si te interesa, aquí tienes el listado completo. Te invito por tanto a reflexionar sobre nuestro modelo de sociedad y la importancia de entender y tener en cuenta métricas como la huella ecológica a la hora de entender el mundo (o por ejemplo, unas elecciones nacionales). Por ahora no hay muchos políticos que hablen en estos términos. Pero hablen de ello o no, son impactos que afectan nuestras vidas y sobre todo nuestro futuro. Solo si entendemos y le empezamos a darle importancia también a estos aspectos ecológicos seremos capaces de influir en la conversación que rige las políticas de nuestras comunidades y de influir sobre una toma de decisiones más informada responsable.